En el corazón de Barrios Altos, donde cada calle es un testimonio de la historia limeña, existe un museo que desafía la imaginación. No se trata de un espacio dedicado al arte ni a la arqueología, sino a uno de los órganos más complejos del cuerpo humano: el cerebro. El Museo del Cerebro, ubicado dentro del Instituto Nacional de Ciencias Neurológicas (INCN), es único en América Latina y alberga una colección impactante de más de 2,800 cerebros humanos conservados.
Inaugurado en 1997, este museo es el resultado de décadas de estudio y dedicación de los especialistas del INCN. Aquí, los visitantes pueden recorrer salas donde se exhiben cerebros normales, otros con enfermedades neurológicas y, quizá lo más sobrecogedor, una serie de fetos con malformaciones del sistema nervioso. “Es una oportunidad para aprender sobre patologías que afectan a muchas personas y que, a menudo, pasan desapercibidas”, señala un artículo del portal Museos del Perú.
El objetivo del museo va más allá de la exhibición de especímenes. Según el Ministerio de Salud, su propósito es educativo y busca generar conciencia sobre la importancia de la prevención de enfermedades neurológicas, especialmente aquellas de origen infeccioso o congénito.
A pesar de su enorme valor académico y científico, el Museo del Cerebro sigue siendo un destino poco conocido en Lima. No es un lugar para los débiles de corazón, pero sí para aquellos que sienten curiosidad por los misterios de la mente y la fragilidad de la existencia humana. En cada frasco conservado, en cada corte anatómico, hay una historia que contar. Algunas son historias de enfermedad, otras de investigación, pero todas tienen un mensaje en común: el cerebro, esa máquina prodigiosa que nos define, sigue siendo un territorio inexplorado.